Black Rock City, la ciudad efímera que puede inspirar el urbanismo del futuro

Como cada año, entre finales de agosto y principios de septiembre tiene lugar uno de los mayores eventos artísticos y culturales del mundo: el Burning Man. Este festival consiste en la celebración cuasi ritualista del arte, la inclusión radical y la exaltaciòn de la libertad y la cooperación. “Se trata de una red de personas inspiradas en los valores reflejados en los 10 Principios (elaborados por Larry Harvey en 2004) y unidos en la búsqueda de una existencia más creativa y conectada en el mundo”, explican en su página web.

Pero más allá de sus indudables atractivos artísticos, turísticos y de ocio, Burning Man se caracteriza por el diseño del espacio en el que durante nueve días miles de personas cohabitan. Black Rock CIty es el nombre que recibe la efímera ciudad que se conforma en torno a las actividades que en este desierto del estado de Nevada se desarrollan casi sin descanso para disfrute de los asistentes. Este espacio de encuentro de todo tipo de artes es fruto del trabajo que. durante todo un año, desde que finaliza una edición hasta que comienza otra, trabaja un nutrido grupo de personas, siempre bajo las directrices de los Diez Principios que les guían, con el objetivo de mejorar cada año. Pero la pregunta, sin duda es, ¿qué hace de la Black Rock City un lugar tan especial? La respuesta no es sencilla, en tanto que son diversos los factores que confluyen. De entre todos ellos se pueden destacar algunos.

El espacio geográfico que ocupa es uno de ellos. La ciudad que cada año resurge de entre sus cenizas y desaparece casi sin dejar rastro se encuentra en las altas llanuras desérticas del Desierto de Black Rock, a 160 kilómetros al norte de la ciudad de Reno, en el estadounidense estado de Nevada. Un lugar del que la primera impresión que cualquiera que lo vea puede recibir no es que se trata, precisamente, de un espacio acogedor. De hecho, durante la mayor parte del año se encuentra totalmente deshabitado.

A pesar de lo inhóspito del terreno y de la casi nula presencia humana durante la mayor parte del año, cuando se celebra el festival se reúnen allí hasta 70.000 personas- Una cantidad notable, mayor que el número de habitantes de algunas capitales de provincia españolas. De hecho, esto la convierte en una de las 10 ‘ciudades’ más pobladas del Estado de Nevada. Este repentino aumento de población en un espacio deshabitado e inhóspito requiere de grandes dosis de creatividad e innovación. “Es uno de los experimentos de diseño urbano más dinámicos del país y del mundo”, afirman sus promotores.

La respuesta a este reto se ha materializado en una ciudad efímera que reúnen muchas características para facilitar la vida de las miles de personas que allí se reúnen y, al mismo tiempo, reforzar los lazos comunitarios en un entorno participativo y de un fuerte componente cultural. “Todo sucede en el contexto de una ciudad cuidadosamente diseñada, una comunidad planificada que aspira a los más altos ideales del diseño urbano. Hay una red de calles aptas para ciclistas y peatones, con amplias avenidas y calles más pequeñas salpicadas de espacios públicos de reunión. Hay un núcleo urbano, una gran explanada, barrios distintos e incluso suburbios más tranquilos. Hay restaurantes, bares, locales de música e instalaciones educativas”.

A pesar de todo este entramado, en el que es posible encontrar todo tipo de servicios e, incluso comercios, existe una un principio fundamental, que trata de garantizar la construcción de una comunidad solidaria: la inexistencia de las transacciones comerciales. Allí todo funciona mediante el trueque y el intercambio, ya sea de productos o de servicios. El dinero está terminantemente prohibido.

El diseño del entorno urbano en el que se desarrolla la acción se basa en la participación de todo aquel que cree que puede aportar algo para mejorarlo. Son más de 2.000 organizadores y voluntarios los que participan para hacer surgir esta ciudad de la nada y desmantelarla para hacerla desaparecer como si no fuese más que un espejismo del desierto.

Esta futurista ciudad nació como un intento de crear un prototipo de espacio urbano, casi de sociedad ideal. Algo que comenzó en las primeras ediciones del evento, cuando se desarrollaba en las playas de California, pero que no se plasmó en su forma actual hasta que se trasladó a Nevada. “Estábamos intentando recrear algo de la intimidad de nuestro círculo de campamento original, pero en una escala cívica mucho mayor», afirma el planificador urbano y uno de los primeros participantes del proyecto, Rod Garrett.

El trazado urbano sobre el que el diseño básico de Black Rock City no ha cambiado significativamente desde 1997. Su diseño se basa en las ideas de Garrett, quien diseñó una cuadrícula de media luna como el punto focal y de orientación central. Además, para hacer frente a los requisitos solicitados por parte de la Oficina de Administración de Tierras, una agencia dentro del Departamento del Interior de EEUU responsable de administrar las tierras públicas, se desarrollaron planes para tratar el saneamiento, los servicios de emergencia, la seguridad, el campamento, el tráfico, el estacionamiento, el suministro de agua y alimentos, la comunicación, el láser y posibles incendios.

Pero además del necesario trato con la burocracia oficial, Black Rock City ha desarrollado su propio sistema burocrático. Un Departamento de Obras Públicas se encarga de diversas tareas que son necesarias para facilitar la convivencia de la ingente cantidad de gente que se reúne. Entre ellas, pinta, suelda, reajusta y resume la cuadrícula de calles con un diseño de reloj, de tal forma que las diferentes calles se identifican con horas y letras. 

Incluso, quienes tienen la misión de proporcionar una fuerza policial informal, pero con u n rol más cercano al de mediador para solventar cualquier problema o altercado, que al de una verdadera policía.

¿Una inspiración para el urbanismo sostenible del futuro?

Además de su particular diseño urbano y de las reglas que rigen la convivencia, Black Rock City se ha convertido en un paraíso ecourbanista, una ventana a la que empresas de innovación tecnológicas y urbanistas del todo el mundo se asoman para encontrar respuestas a los grandes retos a los que se enfrentan ya las urbes de todo el planeta.

Desde un punto de vista ambiental, aunque también de la gestión del espacio público, una gran parte de la ciudad tiene el paso prohibido a automóviles. De tal forma su diseño se basa en las necesidades de peatones y ciclistas. Al mismo tiempo, también se muestra una preocupación por la reducción de los desechos y la gestión de los residuos que se producen.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, todavía no se ha logrado los estándares de sostenibilidad que se persiguen. La causa, en muchos casos, es la abundante cantidad de energía que gran parte de los espectáculos requieren. Es por este motivo que se trabaja Black Rock Labs, el brazo de innovación de la organización, y Portable, una start-up tecnológicas, para mejorar en este sentido. Con la colaboración en marcha se pretende lograr un sistema eficiente de energía que funcione mediante fuentes renovables, sobre todo a partir del sol, y dejar poco a poco de lado cualquier uso de las energías fósiles.

Sin duda, Black Rock City, la ciudad efímera que nace y muere cada año en torno al festival Burning Festival tiene una apariencia futurista. El futuro dirá si su diseño o evolución puede aportar algo al urbanismo del futuro o si, en cambio, su futurismo será más una imagen ficticia que real.

Fuente: https://www.idealista.com

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